Si, ahí estabas, vieja compañera. Como un martilleo constante en mi cabeza inundándome de razonamientos sin principio ni fin. Estabas asustada de no ser capaz de entender lo que pasaba, de sentirte fútil en tus vanos intentos de esquematizar, resumir y desarrollar cosas que no lograbas si quiera percibir, mucho menos comprender. Supe que el momento había llegado, que tú no podías controlarme, que mi otra parte, coartada y encerrada dentro mío, sabría lo que hacer.
Te fuiste y de pronto mis hombros se sintieron aliviados, mis pies andaban ligeros y mis latidos, con una sinfonía de percusiones, cantaban de alegría. Mi visión cambió, consiguiendo abrir los ojos. Puede ver un nuevo mundo de formas y colores, en donde conseguí, al fin, apreciar la luz que ocasionó las estelas. Cierto que al principio la luz no conseguía más que cegarme pero, poco a poco, pude apreciar los matices escondidos en ella, los recovecos, formas y tonalidades. Dejándome inundar, dejándome sentir, viví. Una mirada acompañada de una sonrisa, una caricia aternurada, una sensación imposible de esquivar, un abrazo que no solo juntaba los cuerpos, si no las almas, me hicieron vivir.
Aún te oigo, créeme, escucho tus disculpas. Tranquila razón, no ha sido tu culpa, a partir de ahora estarás para lo necesario, no para guiarme en una vida que no entiendes si no para apoyarme en aquello que comprendes. Y sí, no sé que va a ser de mí. Ahora yo te digo, no me importa, por que soy feliz. Siento luego vivo.
PD: No soy esquizofrénico, es solo una metáfora >.<
Comentarios
Una respuesta a «Adiós razón»
el último «por que» va junto porque es un causal. =PPP siiii ódiameee
Bonita foto. Y bonito texto! =). Me alegro por ti! =D