Engañándose a uno mismo

DSC_3154-01Lo primero a hacer es aclarar conceptos. No querer ver la verdad, ocultarse a si mismo la realidad, engañarse por tus propias mentiras, vivir en tu sueño… Asumimos que es lo mismo con distintos vocablos, siendo ni mas ni menos que la forma políticamente correcta de decir que somos falsos con nosotros mismo.

Esto que suena tan mal ¿es acaso malo? La primera impresión, por la simple connotación negativa de la palabra engaño, es que no es bueno. Eso es lo que nos han enseñado. Pero yo me pregunto, ¿es malo tratar de ser feliz? ¿Es malo no querer ver aquellas cosas que nos pueden hacer daño, ocultarnos las “fealdades” que salpican nuestro camino?

A pesar de que ello nos lleve a vivir en un mundo regido por nuestra propia hipocresía, en un mundo creado por y para nosotros, puede que nos permita dormir tranquilos por las noches, tener la mente tranquila haciendo desaparecer lo que trata de hacernos unos infelices. Pero aquí viene el mayor problema, que el no querer ver la realidad hace que a parte de evitar las cosas negativas rechacemos de nuestra propia realidad aquellas cosas que nos serían beneficiosas. He aquí donde puedo entender lo que me han dicho. No es justo. Puede no ser justo ser tu quien decida el negarte ver la realidad, puede ser injusto que te pierdas una parte de tu vida por miedo a la misma.

Así mismo me han dejado caer otra pregunta. Si antes de decirte la verdad te dicen si esa va a ser buena o mala, ¿te gustaría conocer la realidad? Si fuera posible esa utopía, sí, si que me gustaría conocer la verdad pero eso es imposible. Uno ha de decidir, ver o no ver puesto que de forma alguna podrás filtrar lo malo de lo bueno.

Y con esto me despido, desde mi pequeño mundo personal. Ajeno a todo.

Por si os queda alguna duda que esto que digo de conseguir ajeno al mundo es una mera ilusión os lo digo. Por mucho que alcemos nuestra cabeza, que cerremos nuestros ojos o que nos tapemos los oídos nuestras raíces están enterradas en la tierra, real como ella solo sabe serlo. Y junto con los alimentos que conseguimos nos vienen retazos de aquello que queremos negar.